Siempre he defendido que la mediación no es propiedad de ninguna profesión, pero si es responsabilidad de todas. Allá donde existe un conflicto, a buen seguro se podrá mediar. Por eso creo que la formación en el ámbito social es muy importante y cada vez tiene mayor protagonismo, sobre todo porque la mayoría de los desequilibrios se producen por situaciones en ese campo.
No obstante, si me gustaría aclarar, que cuando alguien se forma en mediación, lo que hace es aprender un método, cuyo apellido lo pone el ámbito en el que trabajes.

Así si hablamos de ámbito sanitario, escolar, urbanístico o de patentes y marcas, el origen del mediador o mediadora podría estar marcado por el campo de actuación. Por eso no es muchas veces tan importante el origen, como que se aprendan bien las técnicas y habilidades. Eso hará que esté bien diferenciado la línea de actuación, si eres por ejemplo educadora o mediadora (formada previamente en educación).

Desde la Fundación Diversitas tenemos un Programa de vivienda, donde la base de este se centra en la convivencia entre familias. ¿Cómo crees que puede la mediación convertirse en un instrumento fundamental para que se dé una buena relación entre ellas?