Consecuencias del edadismo

edadismo

Las consecuencias del edadismo pueden ser graves y generalizadas, y afectan a personas de todas las edades. Es la discriminación basada en la edad, ya sea hacia personas mayores o jóvenes. A menudo se manifiesta en estereotipos negativos y discriminación injusta en el empleo, la vivienda y otros aspectos de la vida. Las consecuencias del edadismo pueden ser graves y generalizadas, y afectan a personas de todas las edades.

 

En primer lugar, el edadismo tiene consecuencias económicas importantes. A menudo se asume que las personas mayores son menos productivas y menos capaces de aprender nuevas habilidades, lo que lleva a una discriminación laboral sistemática. Las personas mayores pueden ser despedidas o pasadas por alto para promociones debido a su edad, y a menudo tienen dificultades para encontrar un empleo después de perder su trabajo. Esto puede resultar en una mayor dependencia de la seguridad social y un menor nivel de vida.

 

Pero el edadismo también afectar a los jóvenes. Muchas empresas prefieren contratar a personas con más experiencia, lo que puede limitar las oportunidades para los jóvenes que buscan ingresar al mercado laboral. Además, a menudo se asume que los jóvenes son menos confiables o menos dedicados a su trabajo, lo que puede resultar en una discriminación injusta en el lugar de trabajo.

 

El edadismo tiene consecuencias en la salud mental y física. Los estereotipos negativos sobre la edad pueden llevar a una disminución de la autoestima y una sensación de inutilidad en las personas mayores. Esto puede resultar en depresión, aislamiento social y otros problemas de salud mental. Además, el edadismo también puede afectar la salud física de las personas mayores, ya que puede limitar su acceso a la atención médica debido a ser menos propensas a buscar ayuda para problemas de salud.

 

El edadismo también puede tener consecuencias intergeneracionales. A menudo, las personas mayores son vistas como un obstáculo para el progreso y el cambio, lo que puede llevar a un conflicto entre generaciones. Los jóvenes pueden sentirse frustrados por el poder y la influencia que tienen las personas mayores en la política y la cultura, mientras que las personas mayores pueden sentirse marginadas y no escuchadas. Esto puede resultar en una brecha intergeneracional que puede ser difícil de superar.

 

Además, también puede tiene repercusiones en la cultura y la sociedad en general. La trivialización de las preocupaciones de los jóvenes puede llevar a una desconexión entre generaciones y una falta de comprensión mutua. Por otro lado, la discriminación contra las personas mayores puede llevar a una falta de respeto por su experiencia y sabiduría, lo que puede resultar en una sociedad menos cohesionada y menos capaz de enfrentar los desafíos a largo plazo.

 

En resumen, el edadismo es una forma insidiosa de discriminación que tiene consecuencias duraderas y significativas. Desde la discriminación laboral hasta la exclusión cultural, sus efectos se extienden a través de la sociedad y afectan a personas de todas las edades. Es importante tomar medidas para combatir el edadismo y promover una sociedad más justa e inclusiva para todas las personas, independientemente de su edad.

 

COMPARTIENDO CASA, COMPARTIENDO VIDA
La Fundación Diversitas ha puesto en marcha el proyecto de intervención Compartiendo Casa, Compartiendo Vida, gracias a la financiación del programa «EDP Solidaria», una iniciativa impulsada por la Fundación EDP, que tiene como objetivo principal contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas.

 

“Compartiendo casa, compartiendo vida” está destinado a personas mayores de 65 años que aun pudiendo presentar ciertas limitaciones y dificultades en la realización de las actividades básicas de la vida diaria, mantienen una autonomía personal que les posibilite la permanencia en su entorno habitual o que cuenten con los servicios públicos o privados necesarios para ello. Eva Cuadrado, responsable del proyecto, destaca los beneficios de este programa en el ámbito de la soledad no deseada, puesto que “permite a las persona mayores vivir acompañadas, compartir espacios que no sea solo su familia»

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